La patronal textil destaca que la ley no obliga a que las etiquetas informen del origen de los productos. La mayor parte de las firmas españolas de moda de gama media y alta ocultan que parte de su producción la han trasladado a Oriente, a Marruecos o a Europa del este. Se resisten a dar datos de cuántas fábricas o subcontratados tienen allí, cómo repercute la deslocalización en su producción nacional y de qué manera los bajos costes se notan en el precio.Prácticas como estas han provocado un fuerte movimiento de protesta en el Reino Unido, encabezado por la actriz Emma Thompson, contra el cierre de la fábrica de Burberrys en Gales para trasladarla a China.
REALIDAD INCÓMODA
La fabricación en el exterior es un misterio. Hace seis años que Adolfo Domínguez trasladó una parte de su producción a Marruecos. La firma se mostró dispuesta a colaborar con oenegés como Setem-Ropa limpia o Intermón Oxfam, que le pedían datos de esos talleres. Pero lo visto no dejó satisfechas a las organizaciones. Hoy, Adolfo Domínguez no habla del asunto. "No podemos dar esos datos", dice Sara Sotelo, la portavoz, cuando se le piden números sobre la fabricación fuera. "Estoy autorizada a hablar de moda o aperturas".Caramelo sigue una política similar. Ignacio Gallego, su jefe de prensa, explica que "hace dos años que hemos empezado a producir en China. Pero si diera cualquier cifra, me equivocaría. Lo siento, estoy muy ocupado", añade. En Antonio Miró se niegan a hablar: "No nos interesa". En Loewe, la marca de lujo de más prestigio en España, Raquel Sánchez tampoco responde al saber qué información se le requiere.Camper, del mallorquín Lorenzo Fluxá, reconoce que fabrica en China, Marruecos y países del Este. Es todo lo que puede explicar Parsida About, su portavoz: "Camper diseña el producto que envía a las fábricas. Tenemos 130 tiendas de la marca. Hay 4.000 puntos de venta repartidos por el mundo, en tiendas multimarca". Nada más.
CLARIDAD DE LOS ZAPATEROS
La calidad no compensa la mano de obra barata. Jaime Carbonell, presidente de los zapatos Wonders, lo tiene claro: "Lo hemos intentado, pero mientras podamos fabricaremos en España". La razón es el tipo de calzado que hacen, "muy actualizado, con plazos de entrega rápidos".Las pruebas que hicieron en China, Brasil y Rumanía no cuajaron. Sus clientes decían que "eso no era lo que querían de Wonders". A la familia Carbonell no le ha ido mal en el 2006. Su facturación ha alcanzado los 15,7 millones de euros, ha vendido 4.000 pares de zapatos, de los que el 22% son exportaciones.La experiencia de Antonio Vicente, el dueño de Panamá Jack, es parecida. De momento, solo el 5% de la producción de sus zapatos y botas se fabrica en China. Pero advierte de que en el futuro "quizá tenga que trasladar más producción allí". Por ahora, "la calidad local es mejor". La razón es lo complicado que le resulta llevar a Asia todo un equipo que haga los diseños, siga la fabricación e instale la logística necesaria para servir a sus clientes a tiempo. "Todo ese proceso no me compensa, aunque tenga mano de obra más barata", añade. Dice que duerme "más tranquilo" sabiendo que el 95% de su fabricación está en España.En el 2006, Panamá Jack ha facturado 50 millones de euros y cuenta con 100 empleados entre las delegaciones de España y las que tiene en Estados Unidos.
LO QUE DICE LA NORMATIVA
La inserción del 'made in' no es obligatoria. La actual legislación no obliga a las marcas a etiquetar sus productos indicando el país de fabricación de los mismos, "pese a que es un derecho del consumidor", según el secretario general de la patronal textil, el Consejo Intertextil, Salvador Maluquer. Las marcas que se han deslocalizado aprovechan esta legislación para no informar del origen de las prendas. "La marca made in China aún se vende mal y las grandes firmas creen que puede ir en detrimento de su imagen", explica Maluquer. La mayoría de las empresas solo indican el lugar de fabricación cuando quieren reforzar su imagen de calidad.Marcas como Custo Barcelona no tienen ningún reparo en informar del origen de cada una de las prendas. Sin embargo, en la ropa de diseñadores como Purificación García, Toni Miró o Armand Basi no se etiquetan con el lugar de producción y sí con la sede social de la empresa, la obligación legal mínima.Según Eduardo Morcillo, director para España de Interchina Consulting, una firma especializada en inversiones en China y que ha trabajado con el 70% de las empresas españolas que se han instalado allí, el actual modelo productivo dificulta identificar el origen de los productos: "El cuello de una camisa se puede producir en un país, las mangas en otro, el cuerpo en un tercero y finalmente se cose todo en un cuarto país. ¿Dónde se fabrica?"
LA INICIATIVA
Italia trató de que se etiquetará toda la ropa Salvador Maluquer explicó que, hace algo más de un año, Italia presentó una propuesta en el Parlamento Europeo para que se etiquetara el origen de todos los productos que se venden en Europa (no solo el textil, sino también el calzado, la joyería, la marroquinería y la cerámica). Esta iniciativa contó con el respaldo de España, pero con la oposición total de países como Alemania, Francia, Reino Unido y países nórdicos."Italia quiso aprovechar que el made in Italy se vende muy bien, es un país que conserva buena parte de la producción y lo que ha deslocalizado lo ha llevado a países cercanos como Rumanía y Hungría", asegura el dirigente de la patronal textil.Las marcas también se opusieron porque podría volverse en su contra: trasladan la producción, abaratan costes, pero los precios aún son prohibitivos. "Habría que preguntarles a los fabricantes porque no bajan los precios", dice Maluquer.
LA CONSECUENCIA FINAL
China se ha convertido en un productor de calidad. La deslocalización de la industria textil en China comenzó a inicios de los 90, pero a partir del 2003 hubo un punto de inflexión. "A partir de entonces, China ha invertido mucho en tecnología y ha vivido una gran revolución. Las fábricas son mucho más avanzadas que las europeas", explicó Morcillo. Eso ha coincidido con el despertar consumista en el gigante asiático y con el aumento del poder adquisitivo de buena parte de la población."Las marcas han dejado de ver a China únicamente como un lugar donde trasladar la producción para reducir costes, para considerarla como el mercado de mayor crecimiento en el mundo. Además, ha pasado de ser un productor mundial de volumen a un productor de textil de valor", añadió el experto. Ese ascenso de categoría de China ha hecho que las empresas que solo buscan abaratar costes estén fabricando en otros países del sudeste asiático.
El Periodico. 18-1-2007.
REALIDAD INCÓMODA
La fabricación en el exterior es un misterio. Hace seis años que Adolfo Domínguez trasladó una parte de su producción a Marruecos. La firma se mostró dispuesta a colaborar con oenegés como Setem-Ropa limpia o Intermón Oxfam, que le pedían datos de esos talleres. Pero lo visto no dejó satisfechas a las organizaciones. Hoy, Adolfo Domínguez no habla del asunto. "No podemos dar esos datos", dice Sara Sotelo, la portavoz, cuando se le piden números sobre la fabricación fuera. "Estoy autorizada a hablar de moda o aperturas".Caramelo sigue una política similar. Ignacio Gallego, su jefe de prensa, explica que "hace dos años que hemos empezado a producir en China. Pero si diera cualquier cifra, me equivocaría. Lo siento, estoy muy ocupado", añade. En Antonio Miró se niegan a hablar: "No nos interesa". En Loewe, la marca de lujo de más prestigio en España, Raquel Sánchez tampoco responde al saber qué información se le requiere.Camper, del mallorquín Lorenzo Fluxá, reconoce que fabrica en China, Marruecos y países del Este. Es todo lo que puede explicar Parsida About, su portavoz: "Camper diseña el producto que envía a las fábricas. Tenemos 130 tiendas de la marca. Hay 4.000 puntos de venta repartidos por el mundo, en tiendas multimarca". Nada más.
CLARIDAD DE LOS ZAPATEROS
La calidad no compensa la mano de obra barata. Jaime Carbonell, presidente de los zapatos Wonders, lo tiene claro: "Lo hemos intentado, pero mientras podamos fabricaremos en España". La razón es el tipo de calzado que hacen, "muy actualizado, con plazos de entrega rápidos".Las pruebas que hicieron en China, Brasil y Rumanía no cuajaron. Sus clientes decían que "eso no era lo que querían de Wonders". A la familia Carbonell no le ha ido mal en el 2006. Su facturación ha alcanzado los 15,7 millones de euros, ha vendido 4.000 pares de zapatos, de los que el 22% son exportaciones.La experiencia de Antonio Vicente, el dueño de Panamá Jack, es parecida. De momento, solo el 5% de la producción de sus zapatos y botas se fabrica en China. Pero advierte de que en el futuro "quizá tenga que trasladar más producción allí". Por ahora, "la calidad local es mejor". La razón es lo complicado que le resulta llevar a Asia todo un equipo que haga los diseños, siga la fabricación e instale la logística necesaria para servir a sus clientes a tiempo. "Todo ese proceso no me compensa, aunque tenga mano de obra más barata", añade. Dice que duerme "más tranquilo" sabiendo que el 95% de su fabricación está en España.En el 2006, Panamá Jack ha facturado 50 millones de euros y cuenta con 100 empleados entre las delegaciones de España y las que tiene en Estados Unidos.
LO QUE DICE LA NORMATIVA
La inserción del 'made in' no es obligatoria. La actual legislación no obliga a las marcas a etiquetar sus productos indicando el país de fabricación de los mismos, "pese a que es un derecho del consumidor", según el secretario general de la patronal textil, el Consejo Intertextil, Salvador Maluquer. Las marcas que se han deslocalizado aprovechan esta legislación para no informar del origen de las prendas. "La marca made in China aún se vende mal y las grandes firmas creen que puede ir en detrimento de su imagen", explica Maluquer. La mayoría de las empresas solo indican el lugar de fabricación cuando quieren reforzar su imagen de calidad.Marcas como Custo Barcelona no tienen ningún reparo en informar del origen de cada una de las prendas. Sin embargo, en la ropa de diseñadores como Purificación García, Toni Miró o Armand Basi no se etiquetan con el lugar de producción y sí con la sede social de la empresa, la obligación legal mínima.Según Eduardo Morcillo, director para España de Interchina Consulting, una firma especializada en inversiones en China y que ha trabajado con el 70% de las empresas españolas que se han instalado allí, el actual modelo productivo dificulta identificar el origen de los productos: "El cuello de una camisa se puede producir en un país, las mangas en otro, el cuerpo en un tercero y finalmente se cose todo en un cuarto país. ¿Dónde se fabrica?"
LA INICIATIVA
Italia trató de que se etiquetará toda la ropa Salvador Maluquer explicó que, hace algo más de un año, Italia presentó una propuesta en el Parlamento Europeo para que se etiquetara el origen de todos los productos que se venden en Europa (no solo el textil, sino también el calzado, la joyería, la marroquinería y la cerámica). Esta iniciativa contó con el respaldo de España, pero con la oposición total de países como Alemania, Francia, Reino Unido y países nórdicos."Italia quiso aprovechar que el made in Italy se vende muy bien, es un país que conserva buena parte de la producción y lo que ha deslocalizado lo ha llevado a países cercanos como Rumanía y Hungría", asegura el dirigente de la patronal textil.Las marcas también se opusieron porque podría volverse en su contra: trasladan la producción, abaratan costes, pero los precios aún son prohibitivos. "Habría que preguntarles a los fabricantes porque no bajan los precios", dice Maluquer.
LA CONSECUENCIA FINAL
China se ha convertido en un productor de calidad. La deslocalización de la industria textil en China comenzó a inicios de los 90, pero a partir del 2003 hubo un punto de inflexión. "A partir de entonces, China ha invertido mucho en tecnología y ha vivido una gran revolución. Las fábricas son mucho más avanzadas que las europeas", explicó Morcillo. Eso ha coincidido con el despertar consumista en el gigante asiático y con el aumento del poder adquisitivo de buena parte de la población."Las marcas han dejado de ver a China únicamente como un lugar donde trasladar la producción para reducir costes, para considerarla como el mercado de mayor crecimiento en el mundo. Además, ha pasado de ser un productor mundial de volumen a un productor de textil de valor", añadió el experto. Ese ascenso de categoría de China ha hecho que las empresas que solo buscan abaratar costes estén fabricando en otros países del sudeste asiático.
El Periodico. 18-1-2007.
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